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Introducción:
Para reducir el sufrimiento en la vida, es esencial estar familiarizado con el concepto de frustración. Es importante saber qué es la frustración, por qué sucede–y qué hacer con ella cuándo aparece en tu vida para manejarla en forma efectiva. Este conocimiento es necesario para enfrentar la frustración sin deprimirse o enojarse. Esto es esencial ya que la frustración es la materia de la que está hecha la vida. La frustración se encuentra en todos los aspectos y etapas vitales y es inescapable; es decir, es Universal. Que la realidad humana sea frustrante siempre ha sido el caso para todos los seres humanos que caminaron sobre la Tierra. Esta es, en definitiva, nuestra realidad última, ya que el Universo no ha sido diseñado con nuestra comodidad en mente. Esto tiene como corolario el hecho de que a la vida no se la puede curar, sólo se la gestiona.
El aumento en la frustración en el siglo 21 y la explosión de la impotencia aprendida
En las últimas décadas del siglo 20–y particularmente en las primeras décadas del siglo 21—la frustración se ha vuelto cada vez más tangible en la vida diaria. En los últimos años ha habido un marcado aumento en la frustración en millones de individuos en los Estados Unidos y en el resto del mundo. Esta frustración va acompañada de sentimientos de impotencia y enojo como resultado de las crecientes demandas que nos plantea la vida actual. Con frecuencia, estos sentimientos nos conducen a la desesperación, al enojo crónico, y a la ansiedad descontrolada. La frustración es la causa principal de la llamada “impotencia aprendida.” Y es esta “impotencia aprendida “es la que, a largo plazo, predispone a las personas a caer en depresión. Lo más importante a tener en cuenta es que, la vida en este planeta puede ser definida como “un permanente ejercicio de frustración” desde el momento en que naces hasta el momento en que mueres. Por ende, de cómo manejes la frustración dependerá de cuan feliz o infeliz seas en la vida.
La frustración aparece de diferentes formas en todas las etapas vitales
Nacemos en la frustración (nótese que los bebés nacen llorando, no sonriendo); y crecemos con frustración; es decir, no podemos hacer lo que queremos, sino lo que nuestros padres, educadores–y la sociedad en general–quieren que hagamos. En la juventud, tenemos que lidiar con las frustraciones de la elección de carrera. También la de enfrentar el rechazo en el amor y la de asumir los desafíos de encontrar nuestra vocación y lograr el acceso a la educación. En la adultez, nos sentimos frustrados por las demandas excesivas del trabajo y la familia. A ello contribuyen en gran medida los jefes controladores que nos arruinan la vida y nuestras parejas con sus expectativas que siempre nos presionan. Para los que se casan, ellos tienen que enfrentar los conflictos que acarrea el matrimonio. Además, deben hacer frente a los desafíos de ponerse de acuerdo en una miríada de asuntos en una eterna batalla de voluntades. En los casos en que la relación no funciona—cuando se instala el conflicto insoluble–entonces la cosa empeora aún más. Ahí nos enfrentamos a la frustración causada por la separación y el divorcio. Por otro lado, para aquellos que no se casan o viven en pareja–los que evitan el conflicto relacional por miedo al compromiso—les es igual de difícil vivir, si no más. Ellos son los que más experimentan la frustración del aislamiento, la desconexión, y la soledad a largo plazo.
La frustración en la mitad de la vida: sus causas más frecuentes
En la mitad de la vida, tenemos que enfrentar la presión en el trabajo, el estrés económico, el de encontrar vivienda y el luchar por la supervivencia más la crianza de los hijos. Es en esas etapas que tenemos que empezar a planificar nuestro futuro y nuestra jubilación. Durante los años de la adultez, muchos de los que tienen hijos tienen que enfrentar las frustraciones de criar hijos ingratos y desafiantes. Años más tarde, aparecen problemas aún mayores. Esto suele ocurrir cuando los hijos se convierten en adultos y aún siguen causando dolores de cabeza a los padres.
En el siglo 21 se han agregado muchos factores de estrés a los que siempre existieron. En los EEUU, hoy día tenemos que vérnosla con los actos aleatorios de violencia, la creciente inseguridad física y económica, y el mayor estrés financiero. Esto va acompañado de la frustración por el estancamiento de los ingresos y la alta inflación. En los Estados Unidos, estos sentimientos de futilidad han empeorado desde el año 2020. Este es el resultado de que desde entonces hemos tenido que vérnosla con enfermedades más graves y millones de muertes que causaron miles de pérdidas por la pandemia del COVID 19. Este fenómeno global causo un efecto dominó de eventos negativos–sociales, económicos y personales–que han llevado a un empeoramiento de nuestra salud física y mental.
En los EE. UU, en estos años posteriores a la pandemia, estamos asediados por una creciente inflación y por un altísimo costo de vida. Tenemos problemas para encontrar vivienda; y tenemos mayores dificultades para llegar a fin de mes. Esto se siente aún más en los jóvenes que sufren para lograr acceder a la educación superior y por las crecientes dificultades para obtener una atención médica adecuada.
Para muchas personas en sus cuarenta años y mayores, se suma la frustración que se deriva del cuidado de los padres ancianos. Las demencias de los padres, las condiciones crónicas de salud–y las discapacidades y/o adiciones que acarrean–ponen a prueba nuestra paciencia y agotan nuestros bolsillos. Estas situaciones ocurren en el momento en que muchas personas están lidiando con la rebeldía de jóvenes y con su propia discordia matrimonial. Este conjunto de circunstancias adversas es un cocktail mortífero para la salud y la felicidad individual.
En las últimas tres décadas, las fuentes de infelicidad y frustración se han multiplicado:
Los factores más comunes de frustración actual son:
- Tener que batallar con hijos niños, jóvenes, y adultos con problemas mentales, de personalidad, y de abuso de sustancias.
- Lidiar con situaciones no resueltas en relaciones disfuncionales y abusivas
- Mantener el empleo y sobrevivir a una crisis financiera sin precedentes
- Acoger a hijos adultos de vuelta en casa debido a la crisis de la vivienda y de la droga.
- Encontrar una solución a la conducta de agresión de los niños y jóvenes fuera de control.
- Aceptar el hecho que el cambio climático esta haciendo la vida en este planeta cada vez más difícil
Frustraciones comunes después de los 50
En el último tercio de nuestras existencias, nos enfrentamos a más pérdidas personales. Estos duelos nos ponen en contacto con nuestra propia mortalidad y nos hacen sentir impotencia frente al destino. No es raro que las pérdidas de los seres queridos ocurran en el momento en que desarrollamos condiciones médicas crónicas nosotros mismos. Y, para peor, nos damos cuenta de que las pérdidas personales se multiplican a medida que envejecemos. Con frecuencia, estas pérdidas conducen a la desesperación, a la decepción, y a la pérdida del significado de la vida. En estas circunstancias, no es raro que mucha gente sienta que la vida ha perdido su sentido. Y esta sensación de falta de sentido de la vida, a menudo, se asocia con el darse cuenta de que ya nadie nos ama o se preocupa por nosotros.
Es un hecho de la vida que en el siglo 21: Los corazones de gran número de personas se han enfriado y todos estamos sufriendo las consecuencias de este cambio de actitud en los seres humanos. En pocas palabras, en esta etapa de nuestras vidas, llegamos a entender por qué la primera Noble Verdad en el budismo dice: “La vida es sufrimiento”.
Falta de amor, frustración, intolerancia y desconexión: las mayores fuentes de angustia en nuestros tiempos
Desde mi perspectiva–y teniendo en cuenta lo que veo clínicamente día tras día en mi consulta–la enfermedad mental más común del siglo 21 es una sensación de desconexión y de soledad generalizada. En el siglo 21, la gente se siente cada vez más triste, más enojada, más deprimida–y más desmotivada que nunca. Las personas están más ansiosas y espiritualmente más desorientadas y vacías. En este siglo, hay en muchos un creciente sentimiento de desesperanza y de crisis existencial. Estos sentimientos son aún más profundos y generalizados en los más jóvenes. Todos estos sentimientos negativos conducen a estados de depresión generalizada en millones de individuos. Esta epidemia de depresión causa uso masivo de drogas y es la principal causa de suicidio en el mundo actual.
Por otro lado, en los EEUU hoy, muchos individuos viven con miedo y desconfianza. La mayoría de las personas viven vidas aisladas y de tensión constante. Se sienten asustadas por miedo a un ataque con armas de fuego en un lugar público y están sobre estresadas por las demandas del trabajo y la familia. Millones de personas más sufren de pánico por su futuro y por situaciones de abandono. Hay una creciente pérdida del idealismo y una actitud de desesperanza respecto del futuro en un número creciente de individuos. Como resultado, muchos optan por aislarse o escapar en el consumo de drogas o en el consumismo materialista. Los jóvenes de hoy–como revelan muchos estudios recientes–tienen relaciones menos significativas en su vida (menos amigos) que en el pasado. También pasan menos tiempo de calidad con ellos. Esta tendencia de aislamiento social solo se ha agravado desde la pandemia de 2020. Esta situación llevo a que, en 2023, tres años después del inicio de la pandemia del COVID19, el Surgeon General de los EEUU ha declarado a la soledad y el aislamiento como “la crisis de nuestro tiempo.”
La frustración se define como la situación negativa más común en la vida de una persona.
Hay muchas maneras de definir que es la frustración. Pero la mejor forma es hacerlo por medio de ejemplos:
- Es frustrante cuando las cosas no salen como queremos.
- Es frustrante cuando las personas que amamos no nos aman, nos hieren gratuitamente, o nos desprecian.
- Es frustrante cuando no podemos alcanzar nuestras metas a pesar de nuestros esfuerzos y cuando nos pasan por alto en un ascenso.
- Nos frustramos cuando el mundo no responde a lo que esperamos o no le importa nuestro bienestar.
- Estamos frustrados cuando fallamos una y otra vez en poder confiar en las personas y cuando no podemos controlar los eventos sociales o globales que están fuera de nuestro alcance.
En resumen, la frustración aparece cuando las clavijas redondas no encajan en los agujeros cuadraditos. Y esto no termina ahí… Tenemos que aceptar que la frustración–al igual que la muerte y los impuestos–es un hecho inevitable de la vida de cada ser humano.
Entonces, ¿qué podemos hacer con la frustración?
Psicológicamente, nos movemos en la dirección correcta cuando aceptamos que la frustración es estructural–que no puede ser erradicada de nuestra existencia humana. Está ahí, no importa cuánto nos rebelemos contra ella, y está ahí para quedarse. Por esta razón, un paso en la dirección correcta es abandonar nuestras fantasías hollywoodenses y sacrificar nuestras ilusiones de Santa Claus, si aspiramos a crecer como adultos maduros. Este cambio de actitud implica reducir nuestras expectativas de los otros y de la vida y practicar la aceptación radical de lo que es. Por lo tanto, el primer paso para cambiar en una dirección positiva es enfrentar nuestras frustraciones y cambiar nuestra actitud respecto de las circunstancias frustrantes. Esto se logra cambiando el dialogo interno. Si aprendemos a esperar las frustraciones como hechos ineludibles de la vida–en lugar de verlas como una rareza que no debería estar sucediéndonos–ya habremos avanzado bastante en la dirección de hallar la paz mental.
La cultura estadounidense y la gratificación inmediata
La incapacidad de enfrentarse a la frustración es un grave problema en la cultura americana en el siglo 21. Este fenómeno ocurre porque en el último medio siglo nos hemos acostumbrado a la noción de la gratificación inmediata (el adagio “satisfacción inmediata o le devolvemos su dinero” que se remonta al ámbito de los negocios). Por esta razón, los norteamericanos, a lo largo de los años, han gravitado más y más hacia un ritmo cada vez más rápido de vida en la búsqueda de resultados inmediatos en todos los aspectos de la actividad humana.
Esto se ve, por ejemplo, en la forma en que comemos en los EEUU. La mayoría de las personas aquí engullen comida chatarra a toda prisa y eligen alimentos baratos poco saludables. Esto se debe a las presiones de tiempo y la necesidad de gratificación inmediata que nos provocan deseos imperiosos de ingerirlos. Estos hábitos sociales han llevado a una epidemia de obesidad y de adicción a la comida chatarra que no parece hallar un término.
Esta tendencia también se observa también en el ámbito de la sexualidad. En esta esfera vemos que muchas personas se acuestan con otras sin siquiera conocerlas y sin tener en cuenta los riesgos que esas actividades conllevan. De igual modo, la explosión de la pornografía con el advenimiento de Internet llevó a millones en los Estados Unidos a convertirse en adictos a la pornografía. Y estos hábitos adictivos han contribuido a destruir miles de parejas y familias, con su impacto final en los niños. Esta tendencia es aún más evidente en el intento de ahogar nuestros problemas en el alcohol o de calmarnos a través del uso de drogas y/o alimentos, para consolarnos de nuestra carencia afectiva.
Esta actitud de buscar gratificación inmediata ha hecho un daño inmenso a nuestra capacidad de tolerancia a la frustración y ha minado nuestra resistencia a la adversidad. Este cambio ha erosionado nuestra capacidad de posponer la gratificación, que es una capacidad esencial para tener éxito en la vida y para tolerar sus desafíos. Este es el caso ya que las rutas más rápidas hacia el placer y la gratificación no son las mejores para nuestro bienestar a largo plazo.
No hay vida sin frustración: No hay atajo a la felicidad
La verdad es que no hay atajos hacia la felicidad. Las sustancias químicas, la comida chatarra, y el sexo casual solo nos ofrecen excitaciones artificiales temporales. Nos separan de nuestra realidad por un tiempo y podemos hallar un falaz consuelo en ellas. Buscamos más “estímulos”–o el alivio de nuestros dolores en forma inmediata–pero sin crecer internamente en el proceso. Nos engañamos pensando que estamos disfrutando de la vida en el “aquí y ahora.” Esta es la filosofía de “sólo se vive una vez” que prevalece hoy en nuestra cultura y que es tan destructiva para la salud física y mental de millones. Nos consolamos pensando que estamos “viviéndola al tope” y “festejando sin parar” viviendo solo para el ahora. Mientras tanto, nuestra salud física y mental se deteriora y nuestras relaciones significativas se derrumban a nuestro alrededor. De esta manera, nuestros lazos afectivos se destruyen y nuestras metas y las posibilidades de éxito a largo plazo se deterioran o se pierden por completo.
El antídoto contra la frustración es la paciencia. Esta cualidad debe desarrollarse junto con una actitud de aceptación radical de lo que es. La paciencia es una virtud. Ella implica el darse cuenta de que las cosas y las personas nunca se comportarán exactamente de la manera que queremos. Este es el resultado del hecho de que somos todos diferentes los unos de los otros. La paciencia es la capacidad de dar un paso atrás, tomarse un respiro, calmarnos…y aprender a esperar. Esta actitud requiere un grado de desapego emocional de la situación y de las personas que nos molestan. Para ser eficaz, la paciencia debe ir acompañada de un aumento de nuestra resistencia para lograr superar las frustraciones que la vida nos presenta constantemente.
La resistencia es la capacidad de seguir adelante cuando las cosas no van como queremos