Los orígenes de la ansiedad social y porque sientes tanta timidez
En mi artículo anterior abordé el tema de la timidez extrema y la ansiedad social. En este, analizaré las causas psicológicas, temperamentales y ambientales de la ansiedad social. Es realmente extraño–y la mayoría de la gente nunca se detiene a pensar en ello–que una de las cosas a las que la gente más teme sea a otras personas.
Entendiendo la ansiedad social como una forma especial de las fobias
El trastorno de ansiedad social se conocía anteriormente como “fobia social,” o miedo excesivo a las personas. En psiquiatría hablamos de “fobias” como: “miedos excesivos e infundados a cosas, personas, animales, objetos y situaciones que no son inmediatamente peligrosas para nosotros, pero que tememos con un inapropiada intensidad”.
Por ejemplo, consideremos la fobia a los ratones. Un ratón es un poderoso objeto fóbico para mucha gente. Este es el caso a pesar de que, como animal, un ratón es prácticamente inofensivo para los humanos. Pero las personas que tienen fobia a los ratones los perciben como peligrosos. Aun así, si se les pregunta cuál es la razón de su miedo desmedido, los individuos fóbicos no pueden encontrar una explicación racional. Solo podrán decirte que “simplemente los temen”, que son “animales repugnantes” y que ellos están “aterrorizados” en su presencia. Pero no existe una correlación entre una amenaza lógica y el intenso pánico que experimentan.
Una fobia es un miedo excesivo e irracional que causa una conducta de evasión intensa. Si la persona fóbica no puede evitar el objeto fóbico, puede desarrollar un miedo intenso e intolerable o hasta un ataque de pánico.
El trastorno de ansiedad social se llamaba anteriormente “fobia social.” La razón para llamarlo correctamente una “fobia” es que el miedo es superior a lo que se esperaría en términos de cualquier peligro realista de la interacción con la otra persona. El otro aspecto de las fobias es que conducen a una evitación severa del objeto o situación fóbica. Si la persona fóbica se ve obligada a enfrentarse al objeto fóbico, lo hace en contra de su voluntad–y a expensas de una intensa incomodidad expresada en forma de ansiedad severa o pánico.
El aspecto subjetivo de la ansiedad social
En el caso de la ansiedad social, lo que se teme no son las personas en sí mismas, sino su juicio negativo–su crítica. De modo que–a diferencia de un individuo paranoico que teme que otros esten “tratando de hacerles danio”– el individuo socialmente ansioso teme que el Otro esté “tratando de encontrar fallas en ellos”. Por lo tanto, los sociofobicos temen desmedidamente las críticas, el ridículo, el escrutinio y las burlas de la otra persona. Ellos “proyectan” en la otra persona un crítico o un acosador. En casos severos, el Otro es visto como un bromista potencialmente abusivo, alguien que se divertirá haciéndolo parecer ridículo o avergonzado.
En última instancia, los socialmente ansiosos temen el paso en falso. Los atormenta la posibiliddad del error en su discurso; la mente en blanco; el no saber qué decir en determinada situación de interacción social. Ellos se sienten incómodos en la mayoría de las situaciones sociales, particularmente en grupos. Los que sufren de ansiedad social se sienten incómodos en su propia piel, tienden a deprimirse y tienen mayor tendencia a usar alcohol en exceso para combatir su ansiedad social.
Como resultado de este miedo a cometer un error que los avergüence frente a los demás, se vuelven excesivamente cohibidos y autocríticos. Es asi que se reprenden a sí mismos antes de tiempo o se ven a sí mismos como menos que los demás. No se animan a competir; pierden antes de empezar la competencia. Tienen experiencias intensas de insuficiencia y de vergüenza. Estas personas sufren de lo que tradicionalmente se conoce como “un complejo de inferioridad”.
Por qué la ansiedad social es mucho más paralizante que otras fobias
En el caso de la fobia a los ratones, la evitación solo ocurre si se sospecha que hay un ratón en la casa o si realmente se ve. Aparte de estas circunstancias, la persona que padece una fobia a los ratones lleva una vida normal (la excepción sería si necesita conseguir un trabajo en una tienda de mascotas en la que debe manipular ratones). En esa situación particular, su fobia a los ratones se convertiría en un problema, es decir, en un síntoma.
Esta es una situación en la que una persona fobica probablemente dejaría su trabajo en la tienda de mascotas y consultaría con un psiquiatra para abordar su fobia. Su fobia ahora se ha vuelto “sintomática“, ya que interfiere en su funcionamiento y la hace sufrir. Es en este punto en que la fobia se hace evidente para ella y para otros cuando antes podría haber pasado desapercibida.
Una fobia es siempre egodistónica (algo que molesta al EGO [el Yo] y que se siente ajeno e incontrolable). Mientras que “un trastorno de la personalidad” como el “Trastorno de la Personalidad Evitativa (TPE) es egosintónica (es decir algo que la persona asume como parte de su personalidad y contra lo que no se revela porque no le hace sintoma).
Por qué la fobia social es más paralizante que otras fobias
El problema de sufrir una fobia a las personas (trastorno de ansiedad social) es que uno no se puede escapar del contacto con otros seres humanos para sobrevivir. Somos criaturas sociales. Nos necesitamos unos a otros para sobrevivir. Los seres humanos necesitamos a los otros como apoyo, como amantes, como como compañeros de trabajo y como amigos.
Por lo tanto, tener fobia a las personas es mucho más limitante que tener fobia a los ratones, que tiene un alcance mucho más limitado. Por esta razón, el trastorno de ansiedad social–y su diagnóstico cercano de trastorno de la personalidad por evitación–son sumamente incapacitantes.
Este trastorno es discapacitante ya que perjudica el funcionamiento social. Estas fobias obstaculizan el éxito de la persona en su carrera, el acceso a un buen trabajo y la obtención de ascensos laborales. De este modo, la ansiedad social interfiere con el éxito personal del individuo en todas las areas. Este se interpone a sus logros en un sistema institucional, en encontrar pareja, e incluso obstaculiza el objetivo de casarse y tener hijos.
¿Por qué tememos tanto a otras personas?
Hay estudios que demuestran que los niños nacen con temperamentos muy sensibles. Existe evidencia de que las personas nacen con diferentes mapas geneticos (los llamados “temperamentos”) que las hacen más propensas a volverse socialmente ansiosas más adelante en la vida. Pero el trastorno de ansiedad social no solo es causado por rasgos temperamentales genéticos, sino que es el producto de una combinación de naturaleza y crianza. La ansiedad social es el resultado de tener un temperamento tímido expuesto a un entorno crítico y vergonzante.
La mayoría de la gente tiene un grado natural de ansiedad social. Solo los psicópatas, los antisociales, los narcisistas, los histriónicos, las personalidades Borderline (fronterizas)–o los extrovertidos extremos– carecen de sentimientos de vergüenza y culpa en mayor o menor grado.
La ansiedad social comienza en la familia
Como seres sociales, todos crecemos en una familia. En la infancia, dependemos en gran medida de nuestros padres para sobrevivir. Por lo tanto, estamos programados para complacer a los demás. Si dejamos de complacer a nuestras figuras parentales en la infancia, podemos perecer. En nuestro esfuerzo por agradar, también queremos ser deseados y amados. Eso, sin embargo, no siempre sucede. No todos tenemos la suerte de conseguir la atención o el amor que ansiamos en la vida.
Todos queremos ser amados por quienes somos a pesar de nuestros defectos. Todos en la vida deseamos amor incondicional. Pero esto es algo que muchos niños rara vez–o nunca– experimentan en el mundo actual. Millones de niños hoy en día son el producto de la casualidad–del sexo casual de una noche–y por ende no son amados lo suficiente, o son amados solo condicionalmente por uno de sus padres.
La vergüenza como la emoción central en el trastorno de ansiedad social
El otro factor involucrado en la ansiedad social es la presencia de una emoción humana muy singular: la vergüenza. Los seres humanos son el único ser vivo que conocemos que experimenta esta emoción.
Los seres humanos somos el único animal que se sonroja o necesita hacerlo. El rubor facial es la principal manifestación física de esta emoción. Los animales experimentan miedo, evasión, estrés, ira, agresión–e incluso puede decirse–un poco de culpa. Esto es evidente en el caso de las mascotas domésticas como los perros que se dan cuenta de cuándo estás enojado porque han hecho un lío y se esconden con la cabeza gacha. Pero nunca verás un perro avergonzado o un gorila o un chimpancé ruborizándose. Estos animales superiores pueden estar haciendo sus necesidades (“número uno” y “número dos”) frente a ti y no sentir vergüenza alguna.
Bueno, como somos “animales” civilizados, no hacemos esas cosas básicas en público. Nuestros padres nos entrenan para pedir ir al baño en la primera infancia. Por lo tanto, todas las funciones animales “inferiores” más básicas que compartimos con los animales, como la defecación, la micción, la menstruación y la masturbación, deben reprimirse para que seamos socialmente aceptables para los demás.
Ten en cuenta que somos los únicos animales que cubren su cuerpo, pero especialmente sus áreas genitales de la vista de los demás. Además, como todo el mundo sabe, los animales no usan ropa. Pero nosotros sí lo hacemos y le damos mucha importancia a esto. Y nos cubrimos el cuerpo incluso en situaciones en las que tendría más sentido no hacerlo, como cuando la gente vive en zonas tropicales muy cálidas. Lo hacemos por vergüenza. Naturalmente, en un lenguaje socialmente aceptable, a esto no se le llama “vergüenza” sino “pudor“.
¿Cómo logran los padres socializar a un niño?
Avergonzar a un niño o hacer que se sienta culpable es una buena manera de hacer que haga lo que corresponde. Estas son herramientas educativas utilizadas por las figuras parentales y los educadores para hacer que los niños hagan lo que se supone que deben hacer socialmente en el area de sus funciones biological naturales. Si prestas atención al comportamiento de los niños, verás que, hasta los tres años, no sienten vergüenza. De hecho, los bebés y los niños pequeños pueden caminar desnudos por la casa, e incluso pueden mostrarse de una manera exhibicionista sin inhibición alguna.
La vergüenza como una secuela de la sexualidad infantil
La otra fuente de vergüenza está relacionada con nuestras vidas sexuales infantiles. Estos primeros impulsos de nuestra busqueda de placer también deben ser reprimidos por los padres para que el niño se socialice en una sociedad civilizada. El mejor ejemplo de esta represión es la masturbación infantil y el juego sexual que deben ser desalentados para socializar al ninio.
Los niños, como nos mostró Freud hace 120 años, son seres sexuales. Esto es así aunque a la mayoría de la gente, incluso hoy en día, no le guste la idea de reconocer esta realidad. Una vez más, el castigo, las amenazas–y la vergüenza–son las estrategias que se suelen utilizar para que los niños abandonen estas prácticas desaprobadas socialmente .
Finalmente, las actitudes críticas de los padres–y el control severo en forma de escrutinio controlador–son factores importantes en el desarrollo posterior de ansiedad social en los niños que ya muestran un temperamento inhibido.
La ansiedad social y la crianza familiar
A medida que un niño crece, la actitud de los padres hacia la sociedad determinará la de sus hijos. Se ve comúnmente que los niños socialmente ansiosos tienen padres socialmente ansiosos, particularmente madres socialmente ansiosas. Estas son madres que tienden a evitar socializar fuera de sus familias nucleares; y que a menudo sobreprotegen a sus hijos del mundo exterior.
Los niños, en general, desarrollan su personalidad identificándose (modelando) con sus figuras parentales. Ellos tienden a “imitar” lo que hacen sus padres. Si los padres son socialmente ansiosos, será normal que ellos también lo sean. Entonces, los niños tímidos son el resultado de padres tímidos y de la sobreprotección parental junto con la falta de adquisición y práctica de las habilidades sociales.
Los rasgos familiares de las personas con ansiedad social
Las familias de personas con ansiedad social tienden a ser más “endogámicas” (se relacionan predominantemente dentro del grupo familiar); y por lo tanto, tienen muy poca interacción con el mundo exterior “exogámico“ (el mundo fuera de la familia). Por esta razón, estas familias rara vez participan en funciones sociales.
Estas familias evitativas tienden a no asistir a la iglesia, a no convertirse en miembros de un club, a no participar en organizaciones y a no asistir a funciones sociales fuera de las de su propia familia nuclear y la casa de sus parientes más cercanos.
Estos padres tienden a estar llenos de vergüenza, miedo a los desconocidos, tienden a mostrar desconfianza hacia los demás–y temen mucho el ridículo y la crítica. Todos estos rasgos evitativos denotan baja autoestima en los padres que luego se transmite a sus hijos.
La falta de acquisicion y practica de las gracias sociales
En estas situaciones, los niños no aprenden las gracias sociales en casa y luego se sienten incapaces de interactuar con otros niños en la escuela. Ellos se sienten muy ansiosos allí y lloran inconsolablemente cuando los dejan en la escuela o en el jardín de infantes. Se sienten incómodos y sus compañeros los condenan al ostracismo y se burlan de ellos. Los niños tímidos se sienten asustados en esas situaciones sociales. Y, como resultado, comienzan a faltar a la escuela, se quejan de sentirse enfermos con frecuencia para evitar asistir a clase, y evitan activamente cualquier función social fuera de su familia. No es infrecuente que estos niños desarrollen trastornos de ansiedad por separación o fobia a la escuela en la infancia.
Timidez, ansiedad social, e intimidación
Para empeorar las cosas para ellos, los introvertidos son objeto de la intimidación de los otros; y con frecuencia sufren que les llamen con apodos, como “nerds”, “bichos raros”, “ratones de biblioteca” y cosas por el estilo. Esto es aún peor si tienen alguna característica física fuera de lo común, como ser un sobrepeso significativo. El ser objeto de los insultos y los ataques al ego agrava muchísimo sus timidez y su aislamiento social.
Algunos consejos que te ayudarán a detectar y a prevenir la ansiedad social en ti y en tus niños
- Observa a tus hijos en busca de signos de ansiedad social.
- Si uno de tus hijos es timido, anímalo a participar en actividades sociales incluso si al principio se sienten incómodos
- Empuja a tus hijos de sus zonas de confort. Alientalos a probar cosas nuevas.
- Si les permites faltar a la escuela, a sus deportes, a fiestas de pijamas, u a otras formas de celebraciones sociales, o si decides educarlos en casa para evitarles problemas, piénsalo dos veces.
- La escuela no es solo un lugar para aprender a leer y escribir o cómo hacer cálculos simples. La escuela es la introducción a la vida en sociedad.
- Tener que asistir a la escuela en persona es una de las mejores formas de aprender las habilidades sociales tan necesarias para la vida adulta en sociedad.
- Evita sobreproteger a tus hijos. Enséñales a confiar en sí mismos desde el principio de sus vidas y a desarrollar una autoestima sana.
- Mantén tus propios miedos y preocupaciones bajo control. Evita preocuparte obsesivamente por la seguridad y el bienestar de tus hijos.
- Comprueba tu propia ansiedad social.
- Si te encuentras evitando la mayoría de las interacciones sociales fuera de tu núcleo familiar íntimo, es posible que tu mismo estés sufriendo de un trastorno de ansiedad social.
- Recibir tratamiento para tu propia ansiedad social es la mejor manera de prevenirla en tus hijos.
- Comunícate con un psicólogo, terapeuta, consejero o psiquiatra para obtener ayuda de esta afección tan tratable
- Recuerda que la ansiedad social no tratada es un factor importante de la falta de éxito en la vida en todos sus aspectos, económicos, profesionales, y afectivos.
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El Dr. T